domingo, 10 de enero de 2016

Bronca a la sociedad.

(Atención: este artículo lo escribí en un momento de mi vida en el que aún estaba en proceso de deconstrucción ideológica. No me juzguen, yo ya no soy la persona que escribió eso)
Hacía como un puñado de tiempo que no escribía aquí.
Estoy un poco hasta los ovarios (Que no tengo, pero tengo todo el derecho de tener) la forma en la que se nos trata a las transexuales.
He aquí unas palabras que espero que ayuden a hacer entender lo que es la transexualidad.



En primer lugar, ¿una mujer puede comportarse como un hombre? Sí. ¿Y un hombre puede comportarse como una mujer? También.
Una mujer que se comporta como un hombre es habitualmente tachada de “marimacho”, “camionera”, etc. y un hombre que se comporta como mujer habitualmente es tratado de “marica”, términos despectivos referidos a las personas homosexuales. ¿Cierto?
Entonces, ¿todos los hombres homosexuales se comportan como mujeres y todas las mujeres homosexuales se comportan como hombres? No, y cualquier persona que conozca a un par de personas homosexuales se dará cuenta de que no son más que estereotipos. Por lo tanto, una mujer que se comporte como un hombre no ha de ser necesariamente homosexual, igual que un hombre que se comporte como mujer tampoco lo ha de ser. Por lo tanto, atracción sexual y expresión de género son dos cosas distintas. Lo son.

La expresión de género es algo libre, nada (fisiológicamente) te impide comportarte como hombre un día o como mujer otro, independientemente de tu género y orientación sexual. Entonces, ¿porqué han sido asociadas ciertas conductas a un género (O mejor dicho, un sexo) determinado? La expresión de género es un constructo social.
Las conductas relacionadas con la fuerza y la violencia han sido culturalmente relacionadas con el hombre debido a la testosterona, aunque no porque un hombre tenga más testosterona es más hombre ni al revés. Es más, un hombre podría tener un exceso de testosterona y aún así esforzarse por expresarse como mujer, lo que a nivel biológico tampoco le haría ser menos hombre.
Lo mismo con las mujeres, cuya expresión de género cultural ha sido determinada por lo opuesto a lo masculino.
Fuerte – Débil.
Robusto – Delicado.
Recio – Suave.
Duro – Blando.
Etc.
Incluso, Grande – Pequeño.

Podríamos entrar en el debate freudiano del símbolo fálico, que termina resultando más una cuestión política y social que realmente psicológica. No es el propio falo o la ausencia de él que es un símbolo, sino el falo o ausencia de él en los demás, al menos esa es mi opinión.

Entonces, ¿qué es lo que hace a una mujer o a un hombre lo que son? Habiendo determinado que la expresión de género es un constructo social, nos queda la orientación sexual.
¿Es más mujer una mujer a la que le atraen los hombres? ¿Es acaso menos mujer una mujer a la que le atraen las mujeres? Sea sí o no la respuesta, ¿Una mujer homosexual tiene menos estrógenos en su cuerpo que una heterosexual? No necesariamente, son dos parámetros distintos que no tienen nada que ver, por lo que la orientación sexual no es determinada tampoco por el parámetro hormonal que en primer lugar se ha determinado como factor que afecta al comportamiento “normal” del individuo.



Hemos definido ya tres parámetros sin siquiera definir que hace mujer a una mujer y hombre a un hombre:

-Expresión de género cultural. -Hormonas sexuales.
-Orientación sexual.

Ahora supongamos que son esas hormonas las que hacen a un hombre ser hombre y a una mujer una mujer.
La terapia hormonal automáticamente convertiría a las personas de un sexo a otro, cuando lo único que puede cambiar son ciertos caracteres del cuerpo (Y dependiendo del sexo y la edad), pero no los genitales, los cromosomas ni la identidad de género, que es como se siente una persona.
Ahora podemos definir más criterios para establecer el sexo:

-Genitales. -Caracteres secundarios.
-Sexo cromosómico. -Identidad de género.

Todos estos factores se pueden cambiar mediante hormonas y cirugía, salvo el sexo cromosómico y la identidad de género.
Supongamos que el sexo cromosómico y la identidad de género son los factores que realmente hacen a un hombre o una mujer. En primer lugar, una persona transexual jamás tendrá estos dos factores orientados hacia el mismo sexo, por lo que solo uno de los dos puede ser determinante.
Volvamos atrás.
La orientación sexual es aquella que determina si nos atraen los hombres, las mujeres, ambos, ninguno, otros géneros no binarios u otras cosas no humanas.
Desde los años veinte se lleva sabiendo que la orientación sexual no es algo puro, nadie es 100% heterosexual ni 100% homosexual, todos tienen un pequeño tanto por ciento de atracción por ambos sexos aunque no se identifiquen bisexuales, por lo que tampoco es un factor determinante.
Imaginad que ponemos a un hombre heterosexual soltero y sexualmente activo frente a una mujer heterosexual atractiva físicamente a ojos del varón. Ahora imaginemos que a esa mujer le hacemos una peneplastia, que es la operación en la que se le implanta una prótesis a los transexuales masculinos que les proporcione genitales asociados a dicho género, aunque en este caso será a una mujer cisexual. Los genitales no son visibles para el varón, por lo que le atraerá igualmente.
Imaginemos que la mujer es transexual y nació genitalmente hombre, pero que no quedan restos de su sexo biológico en su cuerpo salvo por los genitales. Al hombre heterosexual le atraerá igualmente.
En cambio, cojamos a una mujer heterosexual que se identifique a sí misma como mujer y hormonémosla, extraigámosle los senos y démosle la apariencia más masculina posible. ¿Le atraerá eso al varón heterosexual? No. Por lo que ni la identidad de género ni el sexo cromosómico parecen determinar el sexo al cual pertenece una persona para atraerle a otra, el verdadero factor que parece importar son los caracteres secundarios (Pechos, forma del cuerpo, vello facial, voz, etc.) Aunque evidentemente eso se puede cambiar y no determina el “verdadero” sexo de una persona a nivel biológico ni psicológico.
Por lo que se puede decir que, desde un punto de vista social, el verdadero sexo es irrelevante, convirtiéndolo en un tema de investigación científica/filosófica al margen de lo mundano, algo que no tiene porqué ser importante en el día a día si no se le quiere dar importancia deliberadamente.

Una persona pertenece socialmente al género al que parece pertenecer, o mejor dicho, al que pertenecen sus caracteres sexuales secundarios.

Desde un punto de vista religioso, se podría hablar del designio divino por el cual cada uno ha sido creado mujer u hombre, pero la religión es un factor que no tendré en cuenta para esta reflexión, igual que no lo tengo en cuenta en nada importante de lo que hago en mi vida, pues me faltan razones para determinar una religión verdadera.
Dicho esto, y hablándolo desde un punto de vista meramente científico, no tiene porqué existir un sexo real, pues el sexo es una solución natural para los seres sexuados no nos fecundemos a nosotros mismos, pues muchos anélidos y plantas tienen ambos sexos o ninguno de ellos, e incluso algunos de ellos se reproducen por bipartición.
Dicho esto, el “verdadero sexo” tampoco es algo que le atañe a la biología, y habiendo dejado claro que el sexo social es subjetivo, ¿dónde se encuentra el verdadero sexo? En la mente. O mejor dicho: en el cerebro.
Descartes decía: “Pienso luego existo”, y había dado en el clavo en mi opinión. Luego nos hablaba de una teoría suya que trataba sobre un cerebro en un tubo de líquido conectado a una máquina controlada por un genio malvado, todo muy Matrix. Lo cierto es que no se puede concebir la idea de la propia existencia sin aceptar la existencia de un soporte real; en caso de ser un cerebro conectado a una máquina, nuestro mundo no sería real, pero detrás de él seguiría existiendo nuestro cerebro, la máquina y el mundo en el que ambos se encuentren, sea cual fuere. Y en Matrix (Dirigida por Lana Wachowsky, es la puta ama, y una mujer transexual lesbiana) existía Sión y el mundo real a pesar de existir Matrix. Por lo que si yo existo, también existe el mundo real en el que se encuentra mi mente almacenada en un cerebro, y este cerebro pertenece a un cuerpo que ha sido creado biológicamente. Mi mente y mi consciencia no son conceptos abstractos que se pierden en un mundo de las ideas platónico, son el “Software” del “Hardware” que es mi cerebro. No es difícil de concebir que, si existen afecciones de carácter intersexual que "deforman" los genitales hasta convertirlos en órganos difícilmente identificables que pueden producir testosterona, estrógenos, ambas o ninguna hormona, también pueda existir una afección que deforme el cerebro convirtiéndolo en un cerebro sin género o del sexo equivocado.





Dicho esto, he de decir que mi sexo social sigue siendo el masculino. Aún no he podido comenzar con la terapia hormonal, y he seguido las recomendaciones de mis conocidos con no excederme con la expresión de mi feminidad. Hay momentos, sobre todo bajo el anonimato de internet, en los que sí expreso mi género, hablo de mi misma en femenino y se me insulta al utilizar el masculino deliberadamente. Un error es un error, no voy a enfadarme con nadie porque se dirija a mi en masculino porque no sepa que soy una mujer o por su costumbre a hablarme en masculino antes de saberlo. Pero, cuando me he presentado como mujer y la persona que se está dirigiendo a mi no a utilizado el género masculino hasta decir que soy transexual, sí es ofensivo. No soy una persona fácil de hacer enfadar, pero si alguien se esfuerza en conseguirlo ya te digo yo que lo consigue, o eso o paso del miembro disfuncional de la sociedad en cuestión.